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Las sugerencias de Rousseau sobre la religión civil fueron aplicadas  por los discípulos
              de la Revolución Francesa. Idearon una religión civil que tenía sus propios símbolos
              pararreligiosos: la bandera tricolor, el himno de la Marsellesa, altares a la patria, árboles
              de la libertad erigidos en muchos pueblos y ciudades, los dogmas y textos sagrados de
              la Declaración de los Derechos del Ciudadano, y la Constitución.


              • La religión del nacionalismo
              Otro fruto de esta religión civil es la religión del nacionalismo, característico del siglo XIX,
              pero que adquirió trágica actualidad a finales del siglo XX en la guerra de los Balcanes.
              Una religión en la que el Estado nacional es vivido como el nuevo Dios, por el que vale
              la pena sacrificarse.
              El mundo occidental vivió la apoteosis de este culto en la Primera Guerra Mundial, en la
              que algunos sectores del ejército de uno y otro bando entregaron la vida a la divinidad
              de la propia nación.


              3.2. Manifestaciones pseudorreligiosas


              La religión civil alimenta otro tipo de religiosidad que algún autor ha llamado religión de
              las masas o religiosidad profana, bajo formas muy distintas. Citamos algunas.





                                La religión del mercado capitalista y del consumismo
               Esta religión del mercado se identifica con un conjunto de valores, actitudes y estilo de vida centrados en la posesión y el consumo
               de bienes materiales.
               El capitalismo actual ya no se contenta con responder a las necesidades de las personas, sino que busca ante todo suscitar y
               alimentar los deseos de la gente. Por eso nacieron la publicidad y las facilidades financieras de los bancos en forma de créditos,
               hipotecas, plazos… que permiten comprar ahora y pagar después.
               Seguro que te extraña identificar el mercado y el consumo con una religión y te preguntas: ¿Qué es lo que hace que el afán de
               consumo se considere como algo sagrado?
               Se pueden aducir varios motivos:
               — Convertir el dinero en algo absoluto, a cuyo
                 servicio se dirigen todas las energías del co-
                 razón humano, y se sacrifica el estudio, el tra-
                 bajo y el esfuerzo diario. Ya en la Antigüedad
                 se hablaba de la diosa Fortuna.
               — La gran cantidad de ritos, centrados en el
                 comprar, tener, poseer y exhibir, presentes en
                 los grandes almacenes y centros comerciales,
                 a todas las horas del día y de la semana.
               — Se desvalorizan fiestas religiosas tradi cionales
                 como Corpus, San José, etc. y se crean otras
                 nuevas sin ningún sentido religioso, como el
                 día de la madre, el día de los enamorados,
                 etc.
               — La promesa de que el consumo de bienes ma-
                 teriales hace felices y ayuda a la realización
                 de las personas y, en definitiva, les da la sal-
                 vación.








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