Page 35 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
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ESTUDIO  PRELIMINAR   XXXV

     hecho y manifestaba la necesidad de racionalizarla. A partir
     de sus obras, los pensadores deberán analizar el funciona-
     miento del Estado como un objeto autónomo. De lo que se
     trata es de defender esos intereses sin vulnerar la base ética
     del cristianismo, que era uno de los fundamentos de la cul-
     tura europea, y de «ofrecer al príncipe los medios de ser un
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     gobernante efectivo sin dejar de ser un buen cristiano»  El
     antimaquiavelismo, para ser eficaz, no puede ser puramen-
     te negativo. Hay que ofrecer una alternativa y procurar que
     ésta resulte apetecible para los políticos, o sea, que les pro-
     meta un razonable porcentaje de éxitos. A esta tarea se apli-
     carán los detractores españoles de Maquiavelo: Barbosa, Ri-
     vadeneyra, Salazar, por citar sólo a los más declaradamente
     contrarios a este autor, entre una larga lista de educadores
     de príncipes.
        Con el transcurso de los años, las propuestas se volverán
     cada vez más pragmáticas y muchas frases del autor maldito
     se refunden,  sin citar su procedencia, o se amparan con la
     toga romana de Tácito. Posiblemente, Maquiavelo no lo hu-
     biera desaprobado. La práctica política, está claro, no es asun-
     to para santos, sino para hombres con los pies firmemente
     asentados en el suelo. Los consejos que se dan al rey para
     ayudarle en .su difícil tarea se sitúan en el borde mismo de
     la moralidad cristiana, aunque sin vulnerarlo nunca, al me-
     nos de forma descarada. Esto da lugar a divertidas y alambi-
     cadas disquisiciones, donde se pone de manifiesto que la lí-
     nea que separa lo permitido de lo prohibido es tan sutil co-
     mo el cabello de un hada. Buen ejemplo de ello son las dis-
     tinciones entre la mentira, vedada, y el disimulo, recomen-
     dadísimo.
        Desde esta perspectiva, la política de Fernando el Católi-
     co, ejemplo vivo de muchas de las reglas de gobierno reco-
     piladas en El príncipe,  es reivindicada como modelo de la
     conducta de un príncipe sagaz pero cristiano, afirmando su
     ortodoxia moral.
        Así, Saavedra Fajardo, tras recomendar al rey de España



       29  Op. cit., p. 17.
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