Page 31 - Maquiavelo, Nicolas. - El Principe [1513]
P. 31
ESTUDIO PRELIMINAR XXXI
le ser más sanguinario que el propio Calígula reencarnado.
«Por lo tanto, un príncipe no debe preocuparse de la fama
de cruel si con ello mantiene a sus súbditos unidos y lea-
les» 22• Lo que sí ha de evitarse por todos los medios es la
arbitrariedad; es más seguro ser temido que amado, pero un
rigor arbitrario vuelve odioso a quien lo ejerce, y el odio afi-
la los puñales contra el tirano.
El capítulo dedicado a la mentira es casi un homenaje a
la habilidad para violar sus juramentos de que hicieron gala
dos políticos españoles de su tiempo: el papa Alejandro Bor-
gia y Fernando el Católico. Como filósofo e historiador Ma-
quiavelo ama la verdad, pero como político la desaprueba
por su ineficacia. Claro que la mentira que él recomienda
no es un engaño descarado, tan inconveniente, a fuer de sin-
cero, como la verdad misma, sino el disimulo, el arte de que
todos crean en tu palabra para aprovechar su credulidad rom-
piéndola en tu beneficio. Nueva bofetada a la moral cristia-
na y al ideal caballeresco, que hacía un culto del manteni-
miento de las promesas. En fin, concluye, lo más conveniente
para un príncipe es aparentar una acendrada religiosidad
acompañada de todas las virtudes morales, y no poseer real-
mente ni la una ni las otras.
Recomienda asimismo la prudencia, la previsión, la capa-
cidad para rodearse de colaboradores sabios y expertos, aun-
que sin confiar excesivamente en ellos, y el rechazo de los
aduladores, y afirma que le es muy útil al príncipe labrarse
una reputación, y que nada cimenta tan sólidamene la fama
como el atreverse a grandes empresas, aunque para hacerlo
es preciso tener, además de osadía, un mínimo de posibili-
dades de éxito.
Los tres capítulos finales desvelan la intención de la obra.
Se ha mostrado la conducta ideal del gobernante eficaz, y,
si se analiza a la luz de estos consejos la manera de regir los
asuntos públicos de la inmensa mayoría de los príncipes ita-
lianos contemporáneos, se puede observar que su actuación
dista mucho del modelo propuesto. Si por algo se han carac-
22 El príncipe, cap. 17, p. 66.