Page 170 - El fin de la infancia
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ustedes las cámaras para compararlo con lo que creo estar viendo.
               »¿Es  así  como  se  le  aparece  a  usted,  Karellen,  con  estos  colores  y  formas?
           Recuerdo las pantallas de su cuarto de navegación, y aquellas figuras que hablaban

           para ustedes algo así como un lenguaje visual.
               »Ahora  se  parece  a  las  cortinas  de  una  aurora  polar.  Las  cortinas  bailan  y  se
           agitan contra los astros. Pero cómo es eso exactamente, estoy seguro: una tormenta

           eléctrica. El paisaje se ha iluminado... hay más luz que de día... rojos y dorados y
           verdes se persiguen unos a otros a través del cielo. Oh, no puedo describirlo, no está
           bien que sólo yo lo vea. Nunca imaginé colores semejantes.

               »La tormenta cesa ya, pero esa red borrascosa está todavía ahí. Creo que la aurora
           era  sólo  un  subproducto  de  esas  energías,  cualesquiera  que  sean,  liberadas  en  las
           fronteras del espacio...

               »Un  minuto.  He  notado  algo  más.  Mi  peso  está  disminuyendo.  ¿Qué  significa
           esto? He dejado caer un lápiz... cae lentamente. Algo ocurre con la gravedad. Se está

           levantando  un  viento  enorme.  Puedo  ver  los  árboles  del  valle,  cómo  inclinan  sus
           cabezas.
               »Naturalmente, la atmósfera escapa. Ramitas y piedras están subiendo hacia el
           cielo, casi como si la Tierra tratara también de salir al espacio. Una inmensa nube de

           polvo se levanta con el viento. Es difícil ver... Quizá aclare dentro de poco y pueda
           descubrir qué ocurre.

               »Sí, ahora está mejor. Todo lo que se puede mover ha sido arrastrado fuera de la
           Tierra; las nubes de polvo se han desvanecido. Me pregunto cuánto aguantará esta
           casa. Y cuesta respirar ahora, tendré que hablar más despacio.
               »Veo  claro  otra  vez.  La  columna  ardiente  está  todavía  ahí,  pero  se  está

           constriñendo, estrechando. Parece el embudo de un tornado, a punto de perderse en
           las nubes. Y... oh, es difícil de describir, pero me he sentido inundado por una enorme

           ola de emoción. No fue alegría ni pena; fue como si algo se realizase de pronto. ¿Lo
           he imaginado? ¿O me vino desde fuera? No lo sé.
               »Y  ahora  —y  esto  no  puede  ser  sólo  imaginación—  el  mundo  parece  vacío.
           Totalmente  vacío.  De  pronto  enmudeció  como  una  radio.  Y  el  cielo  ha  vuelto  a

           aclararse. ¿Cuál será el próximo mundo, Karellen? ¿Y estarán ustedes allí otra vez?
               »Es raro. Todo a mi alrededor parece igual. No sé por qué, pero creí...

               Jan se detuvo. Durante un momento le faltaron las palabras; luego cerró los ojos
           para recuperar el dominio de sí mismo. Ya no era momento de sentir pánico o miedo.
           Tenía que cumplir un deber... un deber para con el hombre, y para con Karellen.

               Lentamente al principio, como alguien que despierta de un sueño, Jan comenzó a
           hablar.
               —Los  edificios  de  alrededor,  el  terreno,  las  montañas...  todo  es  como  vidrio.

           Puedo ver a través de las cosas. La Tierra se está disolviendo. Pierdo todo mi peso.




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