Page 24 - Manolito Gafotas
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fue la hora y media más feliz de mi vida. La sita Espe me dijo adiós bostezando.
      Mi madre diría: « Eso es hambre, sueño o falta de sueño» . Sería hambre.
        Yo estaba muy contento, me había lucido, le había contado las cosas como en
      las películas, desde antes de que nazca el protagonista. Hasta le conté cuando mis
      padres cerraron la terraza con aluminio visto para que pudiéramos dormir allí mi
      abuelo y yo, que es una cosa de la que hablan mucho las amigas de mi madre,
      de cuando cierran las terrazas y de cuando acuchillan el parqué. La sita Espe me
      dijo que volviera la semana siguiente.




















      Durante  toda  esa  semana  empecé  a  anotar  todas  las  cosas  de  las  que  me
      acordaba de los tres años a los ocho. Le preguntaba a mi abuelo, a mis padres, a
      la Luisa y a todas las personas que tienen la suerte de conocerme desde que nací.
      Se me acabó el cuaderno en dos días. Mi madre me compró otro de dos rayas
      porque le dije que era necesario para las clases con la sita Espe.
        Cuando volví al despacho de la sita Espe llevaba tres cuadernos de dos rayas
      sobre mi vida y toda su problemática. A cada cuaderno le había puesto un título.
      El primero iba de los tres a los cinco años y lo titulé:
                     Mi vida sin el Imbécil
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