Page 28 - Manolito Gafotas
P. 28

El capitán Merluza
      Hace  unos  días  no  fui  al  colegio  porque  mi  padre  y  yo  tuvimos  hora  con  el
      oculista por culpa de ese niño fuera de la ley que es el capitán Merluza. Fueron
      unos días terroríficos en los que se mascó la violencia en mi vida. Me gustaría
      que Rambo se viera en las terribles situaciones en las que yo me he visto. Se le
      iba a poner el rabo entre las piernas al tío ese.
        Te lo voy a contar desde el principio de los tiempos: di que el otro día estoy
      tan tranquilo en el parque del Árbol del Ahorcado, que lo llamamos así porque
      sólo tiene un árbol que tiene muy buena pinta para ahorcarse, un árbol del lejano
      Oeste, y estaba con el Orejones López jugando a la trompa carnicera, cuando va
      y llega sin previo aviso el chulito de Yihad, me pone un pie en la trompa —en la
      trompa carnicera, no en la mía— y me dice:
        —Ahora vamos a jugar a que yo era el capitán América. —Después de esta
      orden tajante señaló al Orejones y dijo también—: Éste era la chica y Manolito,
      el traidor asqueroso, y yo me peleaba con él a vida o muerte, me quedaba con la
      chica y Manolito se quedaba tirado en el suelo con la cabeza abierta.
        Así  es  Yihad,  a  él  le  gusta  que  las  bases  del  juego  queden  claras  desde  el
      principio.
        La verdad es que viendo que me las iba a llevar de todos los colores, dije:
        —Pues casi prefiero ser yo la chica.
        El  sucio  cobarde  del  Orejones  estaba  encantado  con  el  papel  que  le  había
      encasquetado Yihad:
        —No,  de  chica  hago  yo,  porque  hacer  de  chica  en  este  juego  me  sale
      chachipé,  como  para  ganarme  el  Oscar  de  Hollywood  a  la  mejor  actriz
      secundaria.
        Le miré con los ojos bastante inundados de odio y se me ocurrió preguntar:
        —¿Y  por  qué  no  dejamos  el  juego  para  mañana?  Es  que  tengo  que
      prepararme psicológicamente.
        Ni por esas, el chulito de Yihad contestó:
        —Ahora.
        El  Orejones  se  puso  a  gritar  en  su  papel  de  princesa  atacada,  como  si  le
      hubieran dado cuerda, y yo salí corriendo como si fuera a ganar los cien metros
      lisos. Yo soy de esa clase de tíos a los que les gusta pelearse en plan retirada.
      Pero en esta vida las personas se dividen en dos grandes grupos: los que ganan las
   23   24   25   26   27   28   29   30   31   32   33