Page 32 - Manolito Gafotas
P. 32
—Tienes que hacerle creer a tu enemigo que le vas a dar con la izquierda, y
cuando se va a defender el flanco izquierdo, tú le pegas un tremendo derechazo.
Era el mejor golpe que había visto en mi vida. Sólo hicieron falta tres clases
teóricas más, porque a la cuarta me dijo:
—Ahora, Manolito, demuestra de lo que es capaz un hijo de Manolo García.
Era mi primer puñetazo profesional.
Le rompí las gafas. No sé cómo hice para romperle los dos cristales a la vez.
Misterios sin resolver. No se me ocurrió otra cosa que preguntar:
—¿Cómo lo he hecho?
Mi padre contestó muy bajito, muy bajito:
—Vete a la cama, Manolito, antes de que me entren ganas de devolvértelo.
Me fui corriendo a la cama, me tapé toda mi supercabeza con las sábanas y
pensé: « Ojalá cuando me despierte hayan pasado por lo menos dos meses
después de este día maldito» . Pero las orejas me seguían funcionando y podía
oír a mi madre decirle a mi padre por el pasillo:
—¡Os habéis propuesto hacer millonario al de la óptica!
Esa noche le dije a mi abuelo que me quedaría durmiendo con él toda la
santa noche. Es que me da miedo dormir sin gafas. Cuando me da por tener un
día de mala suerte soy capaz hasta de tropezarme en sueños, ya me ha pasado
más de una vez. Cuando estaba en la cama me empezó a picar todo el cuerpo.
Siempre me pasa eso cuando estoy nervioso, y me tengo que rascar y rascar,
igual que un perro sarnoso y abandonado en mitad de una autopista.