Page 52 - Manolito Gafotas
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Me tenía frito, sudando de una habitación a otra; a mi lado, el genio de
Aladino vivía como un príncipe chino. En una de estas fue a frotar la lámpara
maravillosa y se cargó el jarrón azul y rojo de mi madre. Pensé lo mismo que
dice mi madre cuando rompemos algo: « Lo estaba viendo desde hace rato» .
Menos mal que estábamos solos, que si no, mi madre me da mi colleja
correspondiente delante de la Susana. Porque si mi madre en un momento de su
vida quiere darte una colleja te la da aunque sea delante de millones de
telespectadores. Ella no se corta.
Nos quedamos mirando cómo mi abuelo recogía los trozos del jarrón. La
Susana decía:
—Si eres mi novio no se te ocurra decirle a tu madre que he sido yo la que lo
he roto.
Después de decir esa frase la Susana se metió un puñado de chococrispis en
el abrigo y se marchó por la puerta grande.
Al Imbécil lo tuvimos que subir en el sofá nuevo para que no se cortara, pero
se las apañó para coger un trozo del suelo y cortarse inmediatamente. Lo tuve
que limpiar yo porque como mi abuelo está de la próstata se marea con la
sangre. El Imbécil no paraba de llorar y para que se callara tuve que darle la
crema de afeitar de mi padre. Esos botes con espuma siempre le calman mucho.
Al rato llegó mi madre, que no trabaja en la CIA porque los de la CIA no se
han enterado de que existe; pero te juro que mi madre es cien mil veces mejor
que James Bond y todos sus enemigos. Pisó el suelo, el suelo le hizo cracs en los
zapatos, entonces miró a la mesa, supo que se había roto el jarrón. Miró al sofá,
supo que el Imbécil había estado subido con sus botas ortopédicas, olió en el aire
la espuma de afeitar de mi padre y supo que el Imbécil la había gastado. Miró a
mi abuelo, supo que estaba harto. Y luego me miró a mí y al verme con la