Page 57 - Manolito Gafotas
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Paquito Medina no es de este mundo
      El domingo voy a estar castigado, y el sábado, también. Me tendrá encerrado mi
      madre sin piedad entre estas cuatro paredes, estaré peor que un gorila del zoo
      porque el gorila puede ver a la gente que va a mirarle como si fuera un mono,
      pero a mí no viene a verme nadie. Tengo que conformarme con mis compañeros
      de jaula, con mi abuelo y con el Imbécil.
        Cuando  me  castigan  me  pongo  correoso,  como  el  pan  que  le  gusta  a  mi
      abuelo,  ese  que  lleva  dos  días  en  la  panera.  También  me  pongo  enfermo  del
      estómago,  porque  me  aburro,  y  si  me  aburro  me  paso  toda  la  tarde  yendo  y
      viniendo del mueble-bar al sofá.
        El mueble-bar es un mueble que le compró mi madre a mi padre porque mi
      padre siempre ha dicho:
        —Catalina, yo soy un hombre de barra.
        Y dicho esto se bajaba al bar el Tropezón.
        Así que mi madre, que tiene soluciones para todo, le regaló para el día del
      Padre un mueble-bar, una barra almohadillada con sky puro. Lo abres y aparece
      un interior lleno de espejos, y si hay tres botellas, por un momento piensas que
      hay dieciséis. Esto es lo que los científicos de todo el mundo llaman el fenómeno
      de la multiplicación. Mi madre le dijo después de desempaquetarlo:
        —¿No eres hombre de barra? Pues no hace falta que te bajes al bar, a partir
      de ahora la barra la tienes en tu casa.
        Al principio, el mueble-bar era sagrado y mi madre sólo metía allí el coñac
      Fundador de mi padre, el anís de mi abuelo y una botella de sidra el Gaitero que
      sobró de las Navidades, pero como en mi casa no hay sitio para nada, el famoso
      mueble-bar sagrado se fue convirtiendo en un supermercado.
        —En esta casa no tenemos cucarachas —dice mi madre a la Luisa—; ya nos
      gustaría, pero es que no caben.
        Esto lo dice mi madre, que también tiene sus bromitas, a ver si te vas a creer
      que siempre está de morros.
        Bueno, pues primero metió en el mueble sagrado los panchitos, las avellanas
      y esas cosas que pone mi madre a las visitas y que nos comemos el Imbécil y yo
      en cincuenta milésimas de segundo. Luego siguió con el colacao, los chococrispis
      y las marranadas que dice mi madre que tomamos para merendar. Hace un mes
      que  ha  empezado  a  meter  allí  lo  de  la  limpieza  del  water.  Eso  es  para  que  el
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