Page 392 - Frankenstein
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recompensa por mis fatigas y sombrío peregri-
   naje!
     A medida que avanzaba hacia el norte, la nie-
   ve aumentaba, y el frío era tan intenso que ape-
   nas si podía soportarse. Los campesinos per-
   manecían encerrados en sus chozas, y sólo al-
   gunos de los más fornidos se aventuraban en
   busca de los animales que el hambre forzaba a
   salir de sus guaridas. Los ríos se habían helado
   y al no poder pescar me encontré privado de mi
   principal alimento.
     La victoria de mi enemigo se consolidaba, así
   que aumentaban mis dificultades. Otra inscrip-
   ción que me dejó decía: «¡Prepárate!: tus sufri-
   mientos no han hecho más que empezar. Abrí-
   gate con pieles, y aprovisiónate, pues pronto
   iniciaremos una etapa en la que tus desgracias
   satisfarán mi odio eterno.»
     Estas burlonas palabras reavivaron mi valor y
   perseverancia. Decidí no fallar en mi resolu-
   ción; e, invocando la ayuda de los cielos, conti-
   nué con infatigable ahínco cruzando aquella
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