Page 388 - Frankenstein
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pie. Para usted, que se encuentra comenzando
   la vida, que desconoce el sufrimiento y el dolor,
   es imposible saber lo que he padecido y aún
   padezco. El frío, el hambre y la fatiga eran los
   males menores que hube de aguantar; me mal-
   dijo un demonio, y llevo un infierno dentro de
   mí; sin embargo, algún espíritu bueno siguió y
   dirigió  mis  pasos,  y  me  libraba  de  pronto  de
   dificultades aparentemente insalvables. A ve-
   ces, cuando vencido por el hambre me encon-
   traba ya exhausto, encontraba en el desierto
   una comida reparadora que me devolvía las
   energías y me prestaba de nuevo aliento; eran
   alimentos toscos, del tipo que tomaban los
   campesinos  de  la  región,  pero  no  dudo  de  que
   los había depositado allí el espíritu que había
   invocado en mi ayuda. Muchas veces, cuando
   todo estaba seco, el cielo despejado y yo me
   encontraba sediento, aparecía una pequeña
   nube en el firmamento que, tras dejar caer al-
   gunas gotas para reavivarme, desaparecía.
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