Page 387 - Frankenstein
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Corrí hacia el lugar de donde procedía el so-
   nido, pero aquel demonio me eludió. De pronto
   salió la luna, iluminando su horrenda y defor-
   me silueta, que se alejaba con velocidad sobre-
   natural.
     Lo perseguí; y desde hace varios meses ese es
   mi objetivo. Siguiendo una vaga pista, recorrí el
   curso del Ródano, pero en vano; hasta llegar a
   las azules aguas del Mediterráneo. Casualmen-
   te, una noche vi cómo el infame ser abordaba y
   se escondía en un bajel con destino al Mar Ne-
   gro.  Zarpé  en  el  mismo  barco;  pero  escapó,  ig-
   noro cómo.
     Aunque continuaba esquivándome, seguí sus
   pasos por las estepas de Tartaria y de Rusia. A
   veces,  campesinos,    atemorizados   por   su
   horrenda aparición, me informaban de la direc-
   ción que había tomado; otras, él mismo, teme-
   roso de que si perdía toda esperanza me deses-
   perara y muriera, dejaba tras de sí algún indicio
   para que me guiara. Cuando cayeron las nieves,
   hallé en la llanura la huella de su gigantesco
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