Page 415 - Frankenstein
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voz apagada, me llamó, indicándome que me acerca-
ra, y dio:
––Me abandonan las fueras en las que confiaba.
Presiento que pronto habré de morir, y él, mi enemi-
go y verdugo, está aún con vida. No piense, Walton,
que en mis últimos instantes mi alma reuma todavía
el punzante odio y la sed de venganza que días pasa-
dos le manifesté, pero creo que estoy justificado al
desear la muerte de mi adversario. Durante estos
días he meditado sobre mis acciones pasadas y no
hallo en ellas nada reprensible; en un ataque de loco
entusiasmo creé una criatura racional, y tenía para
con él el deber de asegurarle toda la felicidad y bien-
estar que me fuera posible darle. Esta era mi obliga-
ción, pero había otra superior. Mis obligaciones para
con mis semejantes debían tener prioridad, puesto
que suponían una mayor proporción de felicidad o
desgracia. Impulsado por esta creencia, me negué, e
hice bien, a crearle una compañera al primer ser. Dio
pruebas entonces de una maldad y un egoísmo sin
precedentes: asesinó a mis seres más queridos; se
consagró a la destrucción de personas llenas de deli-
cadeza, sabiduría y bondad; e ignoro dónde termina-