Page 414 - Frankenstein
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––Gritan ––contesté––, porque pronto regresarán
a Inglaterra. ¿Regresa usted entonces?
Sí ––respondí—, no puedo oponerme a sus peti-
ciones. No puedo conducirlos hacia nuevos peligros
contra su voluntad, y debo volver.
––Hágalo si quiere. Yo me quedo. Usted puede
abandonar su objetivo; pero el mío me lo fió el cielo,
y no puedo renunciar. Estoy débil; pero confío en
que los espíritus que me ayudan en mi venganza me
prestarán las fuerzas necesarias.
Al decir esto intentó saltar de la cama, pero el es-
fuerzo fue demasiado grande; cayó y perdió el senti-
do.
Tardó mucho en volver en sí, y a menudo me pare-
ció que había muerto. Finalmente abrió los ojos; res-
piraba con dificultad, y no podía hablar. El médico le
dio un brebaje reconstituyente, y nos ordenó que no
lo molestáramos. A mí me advirtió que a mi amigo le
restaban pocas horas de vida.
Se había pronunciado su sentencia, y a mí ya sólo
me quedaba lamentarme y tener paciencia. Permane-
cí sentado a la cabecera de su lecho, mirándolo; tenía
los ojos cerrados, y pensé que dormía. De pronto, con