Page 269 - Frankenstein
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miento de que acceder a lo que me pedía era
   algo que les debía a él y a mis semejantes. Con-
   secuentemente, volviéndome hacia él, le dije:
     Accedo a la petición, bajo la solemne promesa
   de que abandonarás para siempre Europa, y de
   que evitarás cualquier otro lugar que el hombre
   frecuente, en cuanto te entregue la compañera
   que habrá de seguirte al exilio.
     ––¡Juro     gritó––, por el sol y por el cielo
   azul, que si escuchas mis súplicas jamás me
   volverás a ver mientras ellos existan! Parte
   hacia tu casa y comienza tu labor; seguiré su
   proceso con inexpresable ansiedad. Y no temas;
   cuando hayas concluido, yo estaré allí.
     No bien hubo terminado de hablar cuando
   me abandonó, temeroso quizá de que cambiara
   de nuevo mi decisión. Lo vi bajar por la monta-
   ña más rápido que el vuelo de un águila, y
   pronto lo perdí de vista entre las ondulaciones
   del mar de hielo. Su narración había durado
   todo el día, y el sol estaba a punto de ponerse
   cuando se marchó. Sabía que debía apresurar-
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