Page 304 - Frankenstein
P. 304
durante días enteros; otras, trabajaba día y no-
che sin cesar para concluir cuanto antes. Real-
mente era una obra repugnante la que me ocu-
paba. En mi primer experimento, una especie
de frenético entusiasmo me había impedido ver
el horror de lo que hacía; estaba absorto por
completo en mi trabajo y ciego ante lo horrible
de mi quehacer. Pero ahora lo llevaba a cabo a
sangre fría, y a menudo me asqueaba la labor.
En esta situación, dedicado como estaba a
ocupación tan detestable, inmerso en una sole-
dad donde nada podía distraerme un solo mo-
mento de aquello a lo que me aplicaba, empecé
a desequilibrarme; y me volví inquieto y ner-
vioso. A cada momento temía encontrarme con
mi perseguidor. A veces me quedaba sentado,
con los ojos fijos en el suelo, temeroso de levan-
tar la vista y encontrar frente a mí la criatura
cuya aparición tanto me espantaba. No me ale-
jaba de mis vecinos por miedo a que, viéndome
solo, se me acercara para reclamarme su com-
pañera.