Page 300 - Frankenstein
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cho la antigüedad de esta ciudad. Pero la belle-
za y regularidad de la moderna Edimburgo, su
romántico castillo y los alrededores, los más
hermosos del mundo, Arthur's Seat, Saint Ber-
nard's Well y las colinas de Portland, le com-
pensaron el cambio y lo llenaron de alegría y
admiración. Yo, sin embargo, estaba intranquilo
por llegar al término de nuestro viaje.
Salimos de Edimburgo al cabo de una sema-
na, pasando por Coupar, Saint Andrews y si-
guiendo la orilla del Tay hasta Perth, donde nos
esperaba nuestro amigo. Pero yo no me sentía
con fuerzas para conversar y reír con extraños,
o para adaptarme a sus gustos y planes con la
disposición propia de un buen huésped, de
manera que le dije a Clerval que visitaría solo el
resto de Escocia.
––Diviértete ––le dije—. Aquí nos encontra-
remos de nuevo. Puede que me ausente un mes
o dos; pero no te inquietes por mi, te lo ruego.
Déjame un tiempo en la paz y soledad que ne-
cesito; y cuando regrese, espero hacerlo con el