Page 296 - Frankenstein
P. 296
veían prolongados por los sucesivos descubri-
mientos que íbamos haciendo. Visitamos la
tumba del ilustre Hampden y el campo de bata-
lla donde cayó aquel patriota. Por un momento
mi espíritu logró olvidarse de sus miserables y
denigrantes temores al recordar las maravillo-
sas ideas de libertad y sacrificio, de las cuales
estos lugares eran recuerdo y exponente. Por un
instante conseguí librarme de mis cadenas y
mirar a mi alrededor con un espíritu libre y
elevado, pero el hierro se me había clavado
profundamente, y, tembloroso y atemorizado,
volví a hundirme en la miseria.
Dejamos Oxford con pesar, y continuamos
hacia Matlock, nuestro próximo lugar de asien-
to. El campo que rodea este pueblo se parece en
cierto modo al de Suiza, pero todo a menor es-
cala; las verdes colinas carecen del fondo que en
mi país natal proporcionan los distantes Alpes
nevados, asomando siempre por detrás de las
montañas cubiertas de pinos. Visitamos la ma-
ravillosa gruta y las pequeñas vitrinas dedica-