Page 295 - Frankenstein
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de  torres,  campanarios  y  cúpulas  que  asoman
   por entre los viejos árboles.
     Disfrutaba con este paisaje; pero veía turbado
   mi gozo tanto por el recuerdo del pasado como
   por los acontecimientos del futuro. Había naci-
   do para ser feliz. Durante mi juventud nunca
   me había afligido la tristeza, y si en algún mo-
   mento me sentía abatido, contemplar las mara-
   villas de la naturaleza o estudiar lo que de su-
   blime y excelente ha hecho el hombre siempre
   conseguía interesarme y animarme. Pero no soy
   más que un árbol destrozado, corroído hasta la
   médula, y ya entonces presentí que sobreviviría
   hasta convertirme en lo que pronto dejaré de
   ser: una miserable ruina humana, objeto de
   compasión para los demás y de repugnancia
   para mí mismo.
     Pasamos bastante tiempo en Oxford, reco-
   rriendo sus alrededores e intentando localizar
   los lugares relacionados con la época más agi-
   tada de la historia de Inglaterra. Nuestros pe-
   queños viajes de investigación a menudo se
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