Page 313 - Frankenstein
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con su veneno te morderé. ¡Mortal!, te arrepen-
tirás del daño que me has hecho.
––Calla, diablo, y no envenenes el aire con tus
malvados ruidos. Te he comunicado mi deci-
sión, y no soy un cobarde al que puedas con-
vencer con tus amenazas. Déjame; soy implaca-
ble.
––Bien. Me iré; pero recuerda: estaré a tu lado
en tu noche de bodas.
Abalanzándome sobre él, grité:
––¡Miserable! Antes de firmar mi sentencia de
muerte asegúrate de que tú estás a salvo.
Hubiera querido atacarlo; pero me esquivó, y
salió de la casa con rapidez. Al cabo de pocos
instantes lo vi en la barca cruzando las aguas
como una saeta, y pronto se perdió entre las
olas.
Volvió a reinar el silencio; pero sus palabras
seguían resonando en mis oídos. Me consumía
el deseo de perseguir al asesino de mi tranqui-
lidad y hundirlo en el océano. Inquieto y pre-
ocupado paseaba de un lado a otro de la habi-