Page 315 - Frankenstein
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escenario de la contienda de la pasada noche, y
   paseé por la orilla del mar, que me parecía le-
   vantarse como una barrera insuperable entre
   mis semejantes y yo; tuve entonces el deseo de
   que aquello se hiciera realidad. Acaricié la idea
   de pasar el resto de mis días en aquella desnu-
   da roca; sería una existencia penosa, cierto, pero
   al menos se vería exenta del miedo a cualquier
   repentina desgracia. Si me iba, era para morir
   asesinado, o para ver cómo perdían la vida, a
   manos del diablo que yo mismo había creado,
   aquellos a quienes más quería.
     Vagué por la isla como un fantasma, alejado
   de todo lo que amaba, y entristecido por esta
   separación. Hacia mediodía, cuando el sol esta-
   ba  en  su  cima,  me  tumbé  en  la  hierba  v  me  in-
   vadió un profundo sueño. No había dormido la
   noche anterior, tenía los nervios alterados y los
   ojos irritados por el llanto y la vigilia. El sueño
   en el cual me sumí me recuperó; y, al despertar,
   sentí de nuevo como si perteneciera a una raza
   de seres humanos como yo. Me puse a reflexio-
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