Page 319 - Frankenstein
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crimen y quería evitar cualquier encuentro. De
repente, la luna, que hasta entonces había bri-
llado clarísima, se ocultó tras una espesa nube,
v aproveché el momento de tinieblas para arro-
jar mi cesta al mar; escuché el gorgoteo que
hizo al hundirse y me alejé. El cielo se ensom-
breció; pero el aire era límpido aunque fresco,
debido a la brisa del noreste que se estaba le-
vantando. Me invadió una sensación tan agra-
dable, que me animó y decidí demorar mi re-
greso a la isla; sujeté el timón en posición recta,
y me tumbé en el fondo de la barca. Las nubes
ocultaban la luna, todo estaba oscuro, y sólo se
oía el ruido de la barca cuando la quilla cortaba
las olas; el murmullo me arrullaba, y pronto me
quedé profundamente dormido.
No sé el tiempo que transcurrió, pero cuando
me desperté vi que el sol ya estaba alto. Se
había levantado un viento que amenazaba la
seguridad de mi pequeña embarcación. Venía
del nordeste, y debía haberme alejado mucho
de la costa donde embarqué; traté de cambiar