Page 321 - Frankenstein
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Así transcurrieron algunas horas, pero poco a
   poco, a medida que el sol caminaba hacia el
   horizonte, el viento fue remitiendo hasta con-
   vertirse en una suave brisa, y las olas se fueron
   calmando. Seguía habiendo una fuerte mareja-
   da, me encontraba mal, y apenas podía sujetar
   el timón, cuando de pronto divisé hacia el sur
   una franja de tierras altas. A pesar de lo agota-
   do que estaba por la fatiga y la terrible emoción
   que había soportado durante algunas horas,
   esta repentina certeza de vida me llenó el cora-
   zón de cálida ternura, y las lágrimas empezaron
   a correrme por las mejillas.
     ¡Qué mudables son nuestros sentimientos y
   que extraño el apego que tenemos a la vida,
   incluso en los momentos de máximo sufrimien-
   to! Con parte de mis vestidos confeccioné otra
   vela, y me afané por poner rumbo a tierra fir-
   me. Tenía un aspecto rocoso y salvaje, pero así
   que me acercaba vi claras muestras de cultivo.
   Había embarcaciones en la playa, y de pronto
   me encontré devuelto a la civilización. Recorrí
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