Page 44 - Coleccion d elibros de lectura
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el castillo con unas pantuflas y una gruesa bufanda en el
cuello por miedo a las corrientes de aire; en la mano siempre
llevaba una resortera por si lo atacaban los gemelos.
Otra noche, cuando el castillo estaba en silencio,
se dirigió confiadamente hacia el salón donde estaba
la chimenea. Sentía una enorme curiosidad por ver qué
había sucedido con la mancha. De pronto se le acercaron
dos figuras agitando locamente los brazos y gritando
como poseídos por algún demonio.
Lleno de pánico corrió hacia la escalera. Ahí el joven
Washington lo esperaba con una regadera. Sintiéndose
acorralado, el fantasma regresó al salón y huyó por el tiro de
la chimenea hasta su escondite, donde llegó desesperado
y sucio de hollín. Desde entonces, prometió nunca más
hacer visitas nocturnas por el castillo.
Los gemelos se quedaron
esperándolo muchas noches para
hacerle diferentes travesuras, pero
todo fue inútil. El fantasma estaba
tan triste y humillado que no volvió a
aparecer.
Pasó el tiempo y todos pensaron
que el fantasma había desaparecido.
Pero se equivocaban, pues seguía
escondido en el castillo y, aunque
frustrado y encerrado, en aquel
momento no pensaba en retirarse.
Por aquellos días estuvo como
invitado en el castillo el duque de
Chesire, novio de la dulce Virginia.
El fantasma deseó ardientemente
demostrar que no había perdido
influencia y decidió aparecer ante el
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