Page 41 - Coleccion d elibros de lectura
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Aquella noche caía una gran tormenta; el viento era tan
fuerte que sacudía las puertas y ventanas del castillo. A las
diez y media oyó que todos subían a acostarse. Durante un
rato escuchó las risas de los gemelos que jugaban antes
de meterse en la cama; a las once y cuarto todo quedó en
silencio. La familia dormía tranquilamente sin sospechar
lo que pasaría.
Cuando el reloj marcó exactamente las doce de la
noche el fantasma se deslizó por el castillo. La tremenda
tormenta continuaba, los relámpagos iluminaban los
pasillos y el viento que entraba por las ventanas agitaba
su larga cabellera. Con una escalofriante carcajada dio
vuelta en el corredor dirigiéndose
al cuarto de los señores Otis, pero
repentinamente retrocedió, gritando
aterradoramente, escondiendo la cara
entre sus largas y huesudas manos.
Frente a él había un horrible fantasma,
de cabeza redonda y amarilla, con
una extraña sonrisa y sobre el pecho
tenía colgado un recado indescifrable.
Como él nunca había visto un
fantasma, sintió verdadero pánico;
regresó corriendo a su escondite y
se metió en la cama tapándose la
cabeza con las sábanas.
Al amanecer, pensó que después
de todo era conveniente hablar con el
otro fantasma, pues si eran dos y se
asociaban, podían asustar mejor a los
pequeños gemelos.
Salió sigilosamente de su escondite
y se dirigió al lugar donde había
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