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—Estamos en la meseta de Valensole.
Como ves, aquí todo lo que se siembra
es lavanda. La Alta Provenza es
famosa por ella.
—¡Lila! ¡Mi color favorito!
Cloe recorrió los surcos que había
entre las largas hileras de plantas de
lavanda. El color daba paz y alegría al
mismo tiempo. El perfume de la flor le
recordaba a su abuelita, que siempre
tenía un saquito de lavanda seca en su
mesita de noche.
—Como sé que te gusta la naturaleza,
Camarga te va a encantar.
Y así es como Cloe se halló en mitad
de un estanque, con flamencos
rosados y toros pastando en las
cercanías. Pasearon por arrozales y
pantanos sin importarle si se mojaba
los pies. Al llegar a las salinas, unos
caballos salvajes corrían entre las
aguas. Este parque le recordó a
Doñana. En realidad, ¡Francia y
España tenían tanto en común!