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En el coro de una iglesia, unas
esculturas con personajes tallados en
piedra llamaron su atención. Tocaban
instrumentos y parecían danzar. Cloe
caminó alrededor de las columnas donde
se encontraban; los contó, eran ocho.
Comenzó a percibir un sonido, cada vez
más alto. Abrió los ojos sorprendida y se
dirigió a su amigo:
—¡Son ellos! ¡Los personajes de piedra!
¿Los oyes?
El Poulbot comenzó a bailar al ritmo de la
música. Cloe se unió a la danza y
bailotearon alrededor de las columnas.
Por un instante, le pareció que alguno de
los personajes se movía, animado por el
ambiente de alegría y alboroto que
habían creado.