Page 39 - Cloe-y-el-poubolt-magico
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Prosiguieron su viaje en bicicleta, ambos con una sonrisa. Al llegar a un parque natural, Cloe observó
            un chico en silla de ruedas, desplazándose por un camino adaptado.



            —El  parque  natural  regional  de  Morvan  ha  habilitado  senderos  para  gente  con  problemas  de
            movilidad.
            —¡Qué bien! Así todas las personas pueden visitarlo.
            —¡Lo mejor, como siempre, se ve desde arriba!



            Y subieron y subieron hasta llegar a la cima del monte de Beuvray. Desde allí, se dejaban entrever
            lagos, bosques y parajes naturales alucinantes.



            —Las vistas son fantásticas, aunque, si miras detrás de ti, descubrirás Bibracte.
            —¡Ah!, vale, más construcciones antiguas.
            —Creía que te gustaban Astérix y Obélix.
            —¡Claro! Me encantan los cómics.

            —Pues esto no es una simple construcción antigua, es un yacimiento arqueológico galo. Vamos, que
            los galos vivieron aquí. Seguro que fue donde inventaron la poción mágica.
            —¡Esa poción no existe!

            —Que no la conozcas no quiere decir que no exista. Mírame, mucha gente no cree en mí.


            A Cloe le brillaron los ojos. Se lanzó a indagar entre las piedras, en busca de la marmita mágica. Casi
            desistió cuando François le ofreció un cazo con una poción extraña. Dudó un momento, finalmente, la
            probó  y…  adquirió  tal  fuerza,  que  cogió  unas  enormes  piedras  e  hizo  con  ellas  malabares.  ¡Qué

            emocionante era la magia!
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