Page 113 - veinte mil leguas de viaje submarino
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El comandante La Pérousse partió el 7 de diciembre de 1785 con sus navíos Boussole y
                  Astrolabe. Fondeó primero en Botany Bay, visitó luego el archipiélago de la Amistad, la
                  Nueva Caledonia, se dirigió hacia Santa Cruz y arribó a Namuka, una de las islas del
                  archipiélago Hapai. Llegó más tarde a los arrecifes desconocidos de Vanikoro. El Boussole,
                  que iba delante, tocó en la costa meridional. El Astrolabe, que acudió en su ayuda, encalló
                  también. El primero quedó destruido casi inmediatamente. El segundo, encallado a
                  so-tavento, resistió algunos días. Los indígenas dieron una bue-na acogida a los náufragos.
                  Éstos se instalaron en la isla y construyeron un barco más pequeño con los restos de los dos
                  grandes. Algunos marineros se quedaron voluntaria-mente en Vanikoro. Los otros,
                  debilitados y enfermos, par-tieron con La Pérousse hacia las islas Salomón, para perecer
                  allí en la costa occidental de la isla principal del archipiéla-go, entre los cabos Decepción y
                  Satisfacción.

                   ¿Cómo lo sabe usted?  le pregunté.

                   Encontré esto en el lugar de último naufragio.

                  El capitán Nemo me mostró una caja de hojalata sellada con las armas de Francia y toda
                  roñosa por la corrosión del agua marina. La abrió y vi un rollo de papeles amarillentos, pero
                  aún legibles.

                  Eran las instrucciones del ministro de la Marina al co-mandante La Pérousse, con
                  anotaciones al margen hechas personalmente por Luis XVI.

                   Una hermosa muerte para un marino  dijo el capitán Nemo  y una tranquila tumba de
                  coral. ¡Quiera el cielo que tanto yo como mis compañeros no tengamos otra!





                  20. El estrecho de Torres



                  Durante la noche del 27 al 28 de diciembre, el Nautilus abandonó los parajes de Vanikoro a
                  toda máquina. Hizo rumbo al Sudoeste y, en tres días, franqueó las setecientas cincuenta
                  leguas que separan el archipiélago de La Pérousse de la punta Sudeste de la Papuasia.

                  El 1 de enero de 1868, a primera hora de la mañana, Con-seil se reunió conmigo en la
                  plataforma.

                   Permítame el señor que le desee un buen año.

                   ¡Cómo no, Conseil! Exactamente como si estuviéramos en París, en mi gabinete del
                  Jardín de Plantas. Acepto tus vo-tos y te los agradezco. Pero tendré que preguntarte qué es
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