Page 108 - veinte mil leguas de viaje submarino
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esa forma, se desarrolló la vida animal y, atraído por la vegetación y la fertilidad, apareció
                  el hombre. Así se formaron estas islas, obras inmensas de animales mi-croscópicos.

                  Al atardecer, Clermont Tonnerre se desvaneció en la le-janía.

                  El Nautilus modificó sensiblemente su rumbo. Tras haber pasado el trópico de Capricornio
                  por el meridiano ciento treinta y cinco, se dirigió hacia el Oeste Noroeste, remon-tando
                  toda la zona intertropical. Aunque el sol del verano prodigara generosamente sus rayos, no
                  nos afectaba en ab-soluto el calor, pues a treinta o cuarenta metros por debajo del agua la
                  temperatura no se elevaba por encima de diez a doce grados.

                  El 15 de diciembre dejábamos al Este el espléndido archi-piélago de la Sociedad y la
                  graciosa Tahití, la reina del Pacífi-co, cuyas cimas vi por la mañana a algunas millas a
                  sotaven-to. Sus aguas suministraron a la mesa de a bordo algunos peces excelentes, como
                  caballas, bonitos, albacoras y una va-riedad de serpiente de mar llamada munerofis.

                  El Nautilus había recorrido entonces ocho mil cien mi-llas. A nueve mil setecientas veinte
                  millas se elevaba la dis-tancia recorrida cuando pasó entre el archipiélago de
                  Ton-ga Tabú, en el que perecieron las tripulaciones del Argo, del Port au Prince y del
                  Duke o Portland, y el archipiélago de los Navegantes, en el que fue asesinado el capitán de
                  Langle, el amigo de La Pérousse. Luego pasó ante el archipiélago Viti, en el que los
                  salvajes mataron a los marineros del Union y al capitán Bureu, de Nantes, comandante de la
                  Ai-mable Josephine.

                  Este archipiélago, que se prolonga sobre una extensión de cien leguas de Norte a Sur, y
                  sobre noventa leguas de Este a Oeste, está situado entre 60 y 20 de latitud Sur y 1740 y
                  1790 de longitud Oeste. Se compone de un cierto número de islas, de islotes y de escollos,
                  entre los que destacan las islas de Viti Levu, de Vanua Levu y de Kandubon.

                  Fue Tassman quien descubrió este grupo en 1643, el mis-mo año en que Torricelli inventó
                  el barómetro y en el que Luis XIV ascendió al trono. Piénsese cuál de esos hechos fue más
                  útil a la humanidad. Vinieron luego Cook, en 1714, D'Entrecasteaux, en 1793, y Dumont
                  d'Urville, en 1827, que fue quien aclaró el caos geográfico de este archipiélago.

                  El Nautilus se aproximó luego a la bahía de Wailea, esce-nario de las terribles aventuras del
                  capitán Dillon, que fue el primero en aclarar el misterio del naufragio de La Pérousse.

                  Esta bahía, dragada en varias ocasiones, nos suministró unas ostras excelentes, de las que
                  hicimos un consumo in-moderado, tras'haberlas abierto en nuestra propia mesa si-guiendo
                  el consejo de Séneca. Aquellos moluscos pertene-cían a la especie conocida con el nombre
                  de «ostra lamello-sa», muy común en Córcega. El banco de Wailea debía ser considerable,
                  y, ciertamente, si no fuera por las múltiples causas de destrucción, esas aglomeraciones
                  terminarían por colmar las bahías, ya que se cuentan hasta dos millones de huevos en un
                  solo individuo.

                  Si Ned Land no tuvo que arrepentirse de su glotonería en esa ocasión es porque la ostra es
                  el único alimento que no provoca ninguna indigestión. No se requieren menos de seis
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