Page 8 - Cuentos de la selva para los niños
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que las buenas cocineras no contamos a nadie. Solo a esas personas a las
cuales nombramos nuestras herederas.
Me quedé callado. Tenía miedo de preguntarle si yo podía ser su heredero
y que me dijera que no.
—¿No tienes más preguntas?
—No… este… no
—Bueno, por si acaso te voy a contar algo. Si alguien quiere ser mi here-
dero tiene que aprender a cocinar o, por lo menos, conocer un plato de
cada provincia.
—¿O sea veinte y cuatro?
—Así es. Con postre y bebida.
—¡Huy!, pero para eso hay que hacer un montón de viajes, y seguro que
mis papis no me dan permiso para ir solo.
Mi abuela se rió un buen rato, no sé qué le vio de gracioso a que me
preocupara tanto.
—Hay muchas maneras de viajar, una es en carro, otra es en burro y otra
es en cuento.