Page 11 - Cuentos de la selva para los niños
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Caminó mucho tiempo hasta que, en el fondo, vio brillar una luz. Siguió
adelante y llegó a un lugar lleno de plantas altas y delgadas. En el medio
estaba una anciana que le dijo:
—Tengo dos tesoros para ti: todo este oro que ves a mi lado o estas tres
mazorcas de maíz. Pero solo puedes escoger uno de ellos.
—¿Maíz?, ¿qué es eso? 11
—La comida de nuestros dioses. Con él podrás alimentar a tus hijos.
La joven pensó que con el oro sería muy rica y que con el maíz podría
alimentar a su familia, ¡pero eran solo tres mazorcas! Entonces vio que se
acercaban los mirlos.
—Seguro que escoge el oro —dijo uno—, a los humanos les gusta el oro.
—Sí —dijo otro—, pero no puede dar de comer oro a sus hijos. Además,
pueden comer una mazorca, sembrar las semillas de la segunda y guardar
la tercera. Pero ella no sabe eso.
—Escojo las mazorcas —dijo la joven y espantó a los mirlos.
—¿Estás segura? Piénsalo bien porque no podrás cambiar tu decisión.
—Quiero las mazorcas, pero también que me enseñes cómo se siembra y
se cosecha el maíz.
La anciana aceptó el trato. Cuando la joven regresó a su casa preparó co-
mida con una mazorca, sembró la segunda y guardó la tercera. A los tres
meses, ya tenía choclo tierno para comer y a los seis meses, maíz seco
y nuevas semillas para sembrar. Desde entonces nadie en la comunidad
volvió a pasar hambre y tuvieron semillas para compartir con las demás
comunidades.
—Gracias, doña Matilde, qué interesante su historia. Ahora vamos a prepa-
rar la receta que he escogido.