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El De revolutionibus describía con detalle los movimientos
aparentes y reales del Sol, la Tierra, la Luna y los planetas, anali-
zando las órbitas planetarias y modelando las anomalías que se
observan en su trayectoria.
Este trabajo tuvo que representar una ardua tarea para Copér-
nico, que con frecuencia se vio obligado a retocar sus propias
anotaciones en función de los datos empíricos de que disponía y,
sobre todo, debido a la minuciosa revisión de sus propios cálcu-
los. En ningún otro punto de su obra resume mejor este hecho que
cuando dice estas palabras:
Yo me pregunté durante mucho tiempo si debía dar a luz mis comen-
tarios [ ... ] o, por el contrario, no sería mejor seguir el ejemplo de los
pitagóricos y algunos otros, que tenían la costumbre de no transmi-
tir los misterios de la filosofía nada más que a sus amigos y sus
próximos, y esto no por escrito, sino solo oralmente.
Con todo, pese a esos titubeos que dan idea de su conflicto
interior, en 1530 la obra estaba temu.nada. Al principio constaba
de siete libros, pero luego fue reducida a seis al incluir el que ini-
cialmente era segundo libro en el primero.
LA CARTA CONTRA WERNER
Otra distracción, aunque más relacionada con su trabajo cientí-
fico, se la proporcionó uno de sus colegas en la Universidad de
Cracovia y amigo de la época romana, Bernard W apowski, quien
le envió en 1524 un tratado escrito por Johannes Werner, astró-
nomo de Núremberg. Bajo el título De motu octauae sphaerae,
W erner atacaba los métodos de cálculo y los conocimientos de
ciertos astrónomos clásicos.
Aunque W erner había fallecido en el año 1522, y pese al come-
dimiento que le caracterizaba, Copérnico contestó a Wapowski
con una carta, la famosa Carta contra Werner, que constituye un
pequeño tratado de astronomía y en la que se refutaban firme-
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