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. El otr,o conjunto de reparos tendría un origen filosófico e
incluso teológico. Al haber estado tan vinculada la teoría geocén-
trica con una. visión muy estructurada y relacionada con principios
aparentemente inmutables, sus dudas debieron de corresponder a
auténticos prejuicios morales. Sin considerar que era pública la
dureza con que la Iglesia reprimía las «desviaciones» que pudieran
darse en lo que consideraba nuclear a su doctrina. Incluso fuera de
la. Iglesia católica, entre los protestantes, se habían levantado
voces airadas contra él antes de que el libro circulara corno tal. El
propio Lutero lo había execrado públicamente.
«Era de ingenio grave, elaborado, diligente y maduro;
muy superior, en lo que a capacidad de juicio se refiere,
a Ptolomeo, Hiparco y Eudoxo y de todos los que caminaron
tras las huellas de estos.»
- GIORDANO BRUNO ACERCA DE COP.ÉRNICO EN LA CENA DE LAS CENIZAS.
Por fortuna, en 1539 llegó a Frornbork un joven animoso y
emprendedor, atraído por la figura de aquel que quería convertir
en su maestro. Se trataba de Georg Joachim Retyk, conocido corno
Rheticus, que a sus veinticinco años tornó sobre sus hombros la
tarea de ser el campeón de la publicación del libro escondido.
Rheticus provenía de la Universidad de Wittenberg y era, cu-
riosamente, un protegido de Melanchton, lugarteniente de Lutero.
Había recorrido Alemania para conocer a algunos de los más re-
putados astrónomos de la época. En Núrernberg visitó aJohannes
Schoner, quien tenía entre manos la publicación de los manuscri-
tos inéditos de Johannes Müller de Konigsberg (Regiornontano ),
uno de los astrónomos y astrólogos más considerados de los últi-
mos años. A través de Schoner, Rheticus conoció a Johannes Pe-
treius, uno de los más destacados impresores de la época. Es
posible que ambos le animaran a visitar a Copérnico y a tratar de
convencerle para que publicase sus trabajos.
Cuando recibió al entusiasta Rheticus, el viejo maestro po-
laco -que tenía ya entonces 66 años- reconoció que había man-
tenido su obra en «un escondrijo, profundamente oculta». Entre
EL GIRO COPERNICANO 115