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libro. Presumiblemente Rheticus movió sus contactos en Witten-
berg y Núremberg para eludir cualquier problema teológico.
Pero Copérnico estaba ya muy enfermo y seguía preocupado
con la amenaza de ser declarado hereje. Por eso redactó en 1542,
un año antes de que definitivamente se editara su De revolutioni-
bus, una carta-dedicatoria al papa Paulo III, gran aficionado a la
astronomía. Con esto pretendía un salvoconducto para sí y para
su obra. En ella declaraba que el papa «puede reprimir con su
autoridad y criterio los ataques de lenguas calumniadoras».
Rheticus encargó la edición a Andreas Osiander, un editor y
teólogo protestante que, al parecer, sintió también la amenaza que
podía cernirse sobre el texto y sobre aquellos que hubieran sido
responsables de que viera la luz y se distribuyera por el orbe. Por
eso, sin permiso de Copérnico, agregó un prólogo sin firmar, bajo
el título Ad lectorem de hypothesibus huius operis, con el que
pretendía aligerar responsabilidades. En él se declaraba que la
nueva teoría era un esquema matemático ficticio. Textualmente
declaraba: «No es necesario que estas hipótesis sean verdaderas,
ni siquiera verosímiles [ .. . ]. No se las expone para convencer a
nadie de que sean verdaderas, tan solo para facilitar el cálculo».
Se volvía a recurrir al artificio de separar lo que la matemática
predecía de la realidad observable.
Para colmo, Osiander alteró el título del libro, añadiéndole
«orbium coelestium» para hacer pensar que la Tierra estaba ex-
cluida del nuevo modelo, pues no se consideraba un cuerpo ce-
leste. Pero basta una lectura de los primeros capítulos para
entender que Copérnico está hablando de algo que considera real,
aunque no sea intuitivo. El movimiento del Sol, tal como lo perci-
bimos, es aparente; quien se mueve es la Tierra, a pesar de los
mensajes que recibimos de nuestros sentidos.
Al parecer, ni Rheticus ni Giese estuvieron al tanto de ese
prefacio anónimo ni de la alteración del título hasta que vieron
la obra publicada. El mismo obispo Giese llegó a escribir una
carta al Consejo de la ciudad de Núremberg pidiendo una repa-
ración, consistente en volver a imprimir el principio del libro; in-
cluso reivindicó que se adjuntara, a las copias aún no vendidas,
una pequeña obrita de Rheticus en la que este justificaba que el
118 EL GIRO COPERNICANO