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movimiento de la Tierra no es contrario a las Sagradas Escritu-
                     ras. Esta obra, perdida durante siglos, fue encontrada de nuevo
                     y publicada en 1984. El impresor se excusó, escudándose en que
                     se había limitado a publicar el manuscrito que le había llegado.
                     Mucho después, Kepler desacreditó a Osiander y, dentro de lo que
                     cabe, deshizo el entuerto.

          «Con gran expectación espero la obra matemática del ilustre
          varón [ ... ] . En verdad esta obra aparece en momento adecuado
          para iluminar el ocaso del gran hombre con la luz de la
          inmortalidad.»

          -  RAINER  GEMMA  FRISIUS,  CARTA.
                         La impresión se realizó en Núremberg por el editor Johannes
                     Petreius, con el título completo: Nicolai Copernici Torinensis De
                     Revolutionibus Orbium Coelestium, Libri VI.  Se trataba de una
                     edición en folio que incluía un capítulo introductorio con el pró-
                     logo de Osiander ya mencionado, una carta fechada el primero de
                     noviembre de  1536 y dirigida por el cardenal de Capua a Copér-
                     nico; y el citado Praefatio Autlwris, la carta dirigida a Paulo m en
                     la que el autor le solicitaba al papa que lo defendiera frente a los
                     esperables ataques. Parece que la edición constó de algo menos de
                     500 copias. La magnitud de las expectativas que despertó puede
                     medirse en el alto número de copias que han llegado hasta nues-
                     tros días, 277, muchas de ellas enriquecidas con notas marginales
                     de puño y letra de prestigiosos astrónomos, matemáticos y teólo-
                     gos, que se mostraron interesados por esta primera edición.
                         Los primeros ejemplares salieron del taller el 21 de marzo de
                     1543 y no se sabe con precisión si Copérnico llegó a ver el libro
                     impreso, ya que falleció el 24 de mayo de ese mismo año, tras
                     haber estado enfermo desde el año anterior. Circula la leyenda
                     de que lo recibió en su lecho de muerte, pero la leyenda carece de
                     fundamentación documental. Puede que fuera eso lo que bus-
                     case el astrónomo: lanzar la piedra de su teoría y esconderse en
                     la muerte para no tener que sufrir las críticas irracionales ni las
                     condenas interesadas.






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