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ambos se estableció pronto una relación muy estrecha. El astró-
                      nomo se dejó impresionar por la juventud y el entusiasmo del re-
                      cién llegado y le permitió tener acceso directo a su manuscrito. La
                      nueva teoría heliocéntrica y su sólida fundamentación cautivaron
                      enseguida a Rheticus, quien publicó en 1540,  en Gdansk, su Na-
                      rratio prima, un avance de presentación sistemática de las ideas
                      del maestro.  En apenas un año se hizo una segunda edición en
                      Basilea.


          «Este todo que abarca la Luna, incluido el centro de la Tierra,
          se traslada a través de aquella gran órbita entre las otras
          estrellas errantes, en una revolución anual alrededor del Sol,
          y alrededor del mismo está el centro del mundo.»

          - DE REVOLUT/ON/BUS,  COPÉRNICO.


                          Consciente de las reacciones que iba a provocar, Rheticus in-
                     dica al comienzo de su Narratio que «quien quiera comprender debe
                     tener un pensamiento independiente». Desde luego, la repercusión,
                     a favor y en contra, fue enorme e inmediata. Es conocida, por ejem-
                     plo, la carta laudatoria que Rainer Gemma Frisius, astrónomo y pro-
                     fesor de Medicina en Lovaina, dirige al obispo Dantiscus.
                         Junto a esas alabanzas, se alzan voces contrarias a la doc-
                     trina copernicana. Aparte de Lutero, destacados pensadores con-
                     temporáneos  suyos  se  expresaron  en  contra  de  Copérnico.
                     Philipp Melanchton, maestro y protector de Rheticus, escribió en
                      1541: «Hay quien se figura que es un mérito magnífico y acertado
                     elaborar algo tan absurdo como lo de aquel astrónomo que mueve
                     la Tierra y detiene el Sol». Posteriormente, en 1549, en su Initia
                     doctrinae physicae, volvió a cargar contra la nueva teoría, asegu-
                     rando que  era «un  ejemplo pernicioso».  Tampoco  Calvino se
                     privó de criticar duramente a Copérnico; llegó a declarar: «¿Quién
                     se atrevería a sobreponer la autoridad de Copérnico a la de las
                     Sagradas Escrituras?».
                         La desproporcionada efervescencia causada por este primer
                     desarrollo del modelo heliocéntrico llevó a Rheticus a separar los





          116        EL GIRO COPERNICANO
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