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del sol, por lo que hicieron su aparición otras opciones que com-
binaban los ciclos lunares y los solares y que, en general, reque-
rían un complejo sistema de sincronización de ambos. Tal
sistema se basó en la intercalación de períodos temporales cada
cierto número de meses o años, para evitar el progresivo desfase
de estos calendarios.
El calendario solar más antiguo que se conoce es de origen
egipcio. En la IV dinastía (hacia el año 2500 a.C.) era usado am-
pliamente; constaba de 12 meses de 30 días, más 5 días extras que
servían para evitar desfases. Más o menos en esa época, los sume-
ríos contaban con un calendario similar, compuesto de 12 meses
iguales de 30 días.
El joven Copémico no conoció seguramente la mayoría de
esos calendarios, pero sí debió de tener noticia, a través de sus
profesores, de los problemas que presentaba el calendario oficial
usado en ese momento en toda la Cristiandad: el calendario juliano.
Griegos y romanos habían utilizado sucesivas medidas del
año organizadas en un número de meses variable hasta que, en el
año 46 a.c., Julio César - con la ayuda del astrónomo Sosígenes
de Alejandría- impuso un calendario de 365 días, repartidos en
12 meses, con un día extra cada cuatro años: así lo ajustaba más
al ciclo solar de 365 días y casi 1/4. Usando este calendario, la
Iglesia estableció, durante el primer Concilio de Nicea del año 325,
las fiestas móviles de su liturgia.
Sin embargo, la duración del año no es exactamente 365 días
y 6 horas, como está implícitamente supuesto en el calendario
juliano, sino 365 días, 5 horas y unos 49 minutos. Consecuente-
mente, cada año se iba produciendo un desfase progresivo: 11
minutos al año. Hacia el año 1500 esa diferencia venía a corres-
ponder a un adelanto de unos 10 días, lo que motivó grandes dis-
cusiones sobre la precisión de este sistema de medida y un
creciente consenso en que era necesario modificar el calendario
usado hasta entonces. En el decenio de 1510 a 1520, Copémico fue
consultado al respecto y manifestó su opinión, contraria a una
reforma prematura, por considerar que no se tenía aún una me-
dida suficientemente precisa de la duración del año. Más adelante
trataremos con detalle esta reforma.
24 PRIMEROS AÑOS: LAS IDEAS CLÁSICAS