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torno a las matemáticas de la teoría ... cuando el 14 de noviembre
         asomó en su buzón una carta con el matasellos de Gotinga. En ella
         Hilbert se ufanaba de sus progresos, que consideraba casi defini-
         tivos: «Lo cierto es que me gustaría pensar primero en alguna apli-
         cación muy tangible para los físicos, como alguna relación fiable





              DAVID HILBERT

              Hilbert nació en la  ciudad prusiana de Kónigsberg, en 1862.  Desarrolló una
              carrera fulgurante y desde sus inicios fue reconocido como la figura carismá-
              tica que lideraría a los matemáticos de su generación. Mano a mano con Felix
              Klein, transformó la  Universidad de Gotinga en uno de los centros de investi-
              gación matemática más productivos de todos los tiempos. En  el  Congreso
              Internacional de Matemáticos de 1900, celebrado en París, pasó revista a una
              serie de veintitrés problemas cuya sol_ución marcaría, a su juicio, el desarrollo
              futuro de la  disciplina. A  pesar de su  rivalidad científica con  Einstein, tenían
              muchos puntos en común y se cayeron bien nada más conocerse. Ambos se
              negaron a firmar una declaración de apoyo a la  intervención alemana en  la
              Primera Guerra Mundial. Como Einstein, también tuvo un hijo cori esquizofre-
              nia, con quien mantuvo una compleja
              relación. Tampoco le  iba a la  zaga en
              materia de aforismos. Como muestra,
              un botón: «Se  puede medir la  impor-
              tancia de una obra científica por el nú-
              mero de publicaciones anteriores a ella
              que hace superfluas». Llegó a cumplir
              ochenta y un años, una longevidad que
              vivió como una desgracia, ya que tuvo
              tiempo de ver cómo los nazis destruían
              la escuela matemática que había pues-
              to  en  pie  tras  décadas de  esfuerzo.
              Cuando en un  banquete celebrado en
              1934 el ministro de Cultura le preguntó
              si  eran ciertos los  rumores de que la
              matemática alemana se  había resenti-
              do algo después de las  purgas nacio-
              nalsocialistas, Hilbert respondió: «¿Re-
              sentido? Las  matemáticas no se  han
              resentido en absoluto, señor ministro.
              Sencillamente ya no existen».









                                             LOS PLIEGUES DEL ESPACIO-TIEMPO   119
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