Page 120 - 01 Einstein
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entre constantes físicas, antes de ofrecer la solución axiomática a
                   tu gran problema». La correspondencia entre ambos se convirtió
                    en un fuego cruzado de sugerencias y también de cautelas. El 18
                    de noviembre Einstein vio por fin la luz.  Su última versión de la
                   teoría predecía una irregularidad en la órbita de Mercurio, des-
                    crita por el matemático francés Urbain Le Verrier en 1859,  que
                    desafiaba las previsiones newtonianas. También corregía la esti-
                   mación clásica de la curvatura de la luz bajo efectos gravitatorios.
                   Por último, sus ecuaciones se reducían a las de Newton en cam-
                   pos gravitatorios de baja intensidad. La revelación le reportó una
                   taquicardia y un rapto de euforia que lo dominó durante días.
                       El 25 de noviembre de 1915, un Einstein al límite de sus fuer-
                   zas presentaba su versión de las ecuaciones de campo ante la
                   Academia de Berlín:  «Por fin  la teoría general de la relatividad
                   muestra una estructura lógica cerrada». Cinco días antes, Hilbert
                   resumía las conclusiones de su programa axiomático ante la Aca-
                   demia de Ciencias de Gotinga. ¿Quién había ganado la carrera?
                   De entrada se puede afirmar que, a pesar de las apariencias, ha-
                   bían participado en competiciones distintas.
                       Aunque Hilbert se anticipara a la hora de hacer públicos sus
                   resultados, en las pruebas originales del artículo que recoge su
                   conferencia de Gotinga no aparecen las ecuaciones de campo co-
                   rrectas, aunque sí figuran en la versión que terminó publicando en
                   marzo de 1916. Por tanto, la prioridad corresponde a Einstein. Si
                   medimos el resultado atendiendo al objetivo que se había fijado
                   cada uno,  este acertó de lleno en la diana, mientras que Hilbert
                   erró el tiro por un amplio margen.
                       El matemático ignoró casi por completo el paisaje experi-
                   mental. La lectura relativista de la gravitación era solo un aspecto
                   de su vasta ambición axiomática, que pretendía conquistar no
                   solo la gravedad, sino también el electromagnetismo y su interac-
                   ción con la materia.  Las ecuaciones fundamentales de la física
                   debían surgir a partir de una función, que llamó «función de uni-
                   verso», cuyas propiedades había definido en un par de axiomas.
                   Hilbert tituló su conferencia «Los fundamentos de la física», una
                   disciplina de la que,  a partir de entonces,  «surgiría una ciencia
                   como la geometría».





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