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Supo desplegar una artillería formalmente superior a la de
Einstein, y resolver algunos de sus problemas técnicos de un
modo más directo, pero sus pretensiones de haber unificado la
relatividad y el electromagnetismo, dando cuenta, de paso, de los
fenómenos que tenían lugar dentro del átomo, resultaron infunda-
das. Einstein opinaba que el propósito de Hilbert escondía «bajo
un canmflaje de técnicas» la pretensión «de un superhombre».
Quizá Hermann Weyl, un alumno de Hilbert que hizo impor-
tantes contribuciones a la física teórica, supo captar mejor que
nadie la atmósfera del desenlace: «Los hombres corno Einstein y
Niels Bohr se abren camino a tientas, en la oscmidad, hasta alcan-
zar sus concepciones de la relatividad general o de la estructura
atómica mediante una clase de experiencia e imaginación distinta
de la que sirve al matemático, aunque sin duda las matemáticas
constituyen un ingrediente esencial».
Einstein juzgó el trabajo de Hilbert como una intromisión,
algo que se refleja de modo velado en alguna de sus cartas. No
obstante, sus suspicacias pronto se disiparon, sobre todo después
de que Hilbert no hiciera el menor movimiento por disputar su
prioridad. El 20 de diciembre Einstein le esclibía una carta conci-
liadora:
Se ha producido una cierta hostilidad entre nosotros, cuya causa no
pretendo analizar. He luchado contra el sentimiento de amargura
que ha despertado en mí y lo he vencido por completo. Vuelvo a
pensar en ti con un afecto sobre el que no pesa sombra alguna y te
ruego que hagas lo mismo conmigo.
Ironías del destino, después de que Minkowski contagiara a
Hilbert su fascinación por la física, Hilbert, a su vez, transmitió
sus aspiraciones de superhombre a Einstein. Este consagró las
últimas décadas de su vida a construir una teoría donde se fusio-
naran los campos electromagnético y gravitatorio. Una búsqueda
que también estaba condenada al fracaso.
LOS PLIEGUES DEL ESPACIO-TIEMPO 121