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Ya se ha expuesto que el Libro V de los Elementos es indepen-
         diente de los cuatro anteriores si bien, una vez establecida la teo-
         ría de la proporción de magnitudes, precisa de ellos para poder
         aplicar la teoría general a la geometría del triángulo y del círculo
         e incluso a la aritmética. Esta metodología se atribuye casi unáni-
         memente a Eudoxo de Cnido.




         EL CONCEPTO DE MAGNITUD

         La primera dificultad -análoga pero más compleja que la que pre-
         sentaba el concepto de recta- radica en la noción misma de mag-
         nitud,  que  Euclides  usó  pero  de  la cual jamás estableció  una
         definición. Es curioso observar que Arquímedes en cambio lo evi-
         taba y solo se refería a «rectas, superficies y sólidos». La carencia
         de esta definición condujo a una discusión filosófica con importan-
         tes implicaciones matemáticas. El interrogante alrededor del cual
         se prodltjo dicha discusión es: ¿son infinitamente divisibles las mag-
         nitudes? Fue Zenón de Elea quien dejó una huella más profunda
         sobre dicha cuestión al plantear sus famosas aporías o paradojas.
             Zenón dio forma propia a la cuestión relativa a la magnitud,
         y se preguntó, con respecto al tiempo y al espacio: ¿son infinita-






                             LA TEORÍA DE LA PROPORCIÓN Y EL MÉTODO DE EXHAUCIÓN   109
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