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El primer día de clase regresó a casa con la ropa hecha jirones.
Sus compañeros le habían tratado sin clemencia alguna. El no-
vato de diez años que empezaba en la Acaderrúa de Edimburgo en
segundo curso había llegado vestido con una peculiar túnica de
tweed con cuello de volantes y unos zapatos cuadrados con hebi-
llas de latón. Jamás habían visto nada parecido y, con la crueldad
típica de los infantes, arremetieron contra él sin piedad. Pullas
llenas de escarnio y menosprecio volaron contra él rrúentras el
pobre novato se defendía con un acento de Galloway, una región
al suroeste de Escocia tradicionalmente famosa por sus caballos
y la cría de ganado, lo que provocaba gritos de victoria entre sus
condiscípulos. Tenía toda la pinta de ser el tonto de la clase y
le pusieron el mote de «Dafty». El maltrato continuó rrúentras el
pobre novato lo soportaba con estoicismo y una ración amplia
de buen humor, hasta que un día estalló. La violencia con la que
lo hizo dejó sin habla a sus compañeros, que desde entonces le
mostraron más respeto. Pero el apodo se mantuvo.
James Clerk Maxwell descendía de una distinguida familia,
los Clerk de Penicuik del condado de Midlothian, al sur de Esco-
cia y a dieciséis kilómetros de Edimburgo. Entre 1707 y 1755, su
tatarabuelo, sir John Clerk, fue uno de los barones de Échiquier,
· la Cámara de Cuentas de Escocia, y un músico de éxito cuyas pie-
zas todavía es posible escucharlas. Su segundo hijo, su bisabuelo
UN MATEMÁTICO PRECOZ 15