Page 16 - 25 Maxwell
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Georg e, se casó con Dorothea Maxwell, la heredera de Middlebie,
un villorrio en el condado de Dumfriesshire, al suroeste de Es-
cocia, y añadió el apellido de Maxwell al suyo. Una serie de malas
inversiones en minas y fábricas le obligó a vender parte de sus
propiedades en Middlebie y lo que quedó las heredó su nieto John,
que retuvo el apellido Maxwell. Su hermano mayor, George, he-
redó Penicuik y el título de baronet.
John estudió abogacía, pero su pasión estaba en la ciencia,
sobre todo en sus aplicaciones prácticas. Vivió con su madre viuda
en Edimburgo hasta su muerte en 1824. Dos años más tarde se casó
con Frances Cay, la hem1ana de un amigo y compañero de aven-
turas científicas. Con ella vivió sus primeros años de matrimonio
en Edimburgo: la exigua propiedad de Middlebie no tenía una casa
donde el terrateniente pudiera vivir. De hecho, nunca la había te-
nido, pues los dueños habían controlado sus dominios desde la leja-
nía Pero, al poco tiempo, compró una propiedad vecina y construyó
una mansión que llamó Glenlair, donde se trasladó con su mujer.
Durante un tiempo estuvieron viviendo entre Glenlair y Edimburgo,
y fue allí, en la vieja casa en la que había vivido con su madre en el
número 14 de lndian Street, donde nació su único hijo James el 13
de junio de 1831. Fue un nacimiento tardío, pues Frances tenía cua-
renta años cuando dio a luz, y una alegría que hizo olvidar la pérdida
de una hija anterior que había fallecido a los pocos años de nacer.
En la década de 1830, Glenlair se encontraba realmente en
medio de la campiña escocesa, en el valle del río Urr: llegar desde
Edimburgo requería dos días de viaje por unos canlinos que no es-
taban acostumbrados a ver pasar carruajes; lo más, un coche de ca-
mino de dos ruedas con capota tirado por un caballo. La propiedad
tampoco era muy extensa - unas 600 hectáreas-, pero suficiente
para que James disfrutara como nadie. Los primeros ocho años de
su vida realmente fueron muy felices. Vivir en medio del campo le
dio una libertad que no hubiera disfrutado en la ciudad: subía a los
árboles, se peleaba con los demás niños de la zona, exploraba los
campos y los bosques y observaba con dedicación a los aninlales,
especialmente los pájaros. Pronto todos se acostumbraron a ver
aparecer de repente al pequeño James pidiendo explicaciones de lo
que estaban haciendo en ese momento e insistiendo en hacerlo él.
16 UN MATEMÁTICO PRECOZ