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traban la fuerza que aparece entre dos hilos conductores cuando
         transportan corriente eléctrica y ocultó deliberadamente aquellos
         - más toscos y menos claros- con los cuales había descubierto
         la ley del electromagnetismo que lleva su nombre.
             James disfrutó mucho los dos últimos años de escuela, aun-
         que  sufrió una serie de  enfermedades:  a pesar de  ser fuerte  y
         atlético, tenía tendencia a enfermar.  Sus numerosas lecturas le
         resultaban tremendamente provechosas porque tenía la envidia-
         ble habilidad de recordar prácticamente todo lo que leía. Y cuando
         no estaba enfrascado entre las páginas de los libros, se dedicaba
         a componer poemas de todo lo imaginable con la métrica y el rit-
         mo correctos. Cuando acabó su período escolar en 1847,  era el
         primero de la clase en matemáticas e inglés, y había ganado pre-
         mios en historia, geografía y francés. En el cómputo general, era
         el segundo de la clase. El claustro de profesores de la academia,
         queriendo impresionar a los padres de futuros alumnos, añadie-
         ron una nueva asignatura al curriculo: ciencias físicas. Uno de sus
         compañeros recordaría tiempo después que Maxwell y Tait sabían
         más del tema que el profesor...


            «Soy totalmente capaz de escribir una f ónnula estrambótica.»
                     -  MAxWELL,  ACERCA  DE  SU  RECONOCIMIENTO  SOBRE  LOS  ERRORES  EN  LOS  CÁLCULOS.


             De vez en cuando, James pasaba alguna temporada con la
         hermana de su madre,  la tía Jane.  Ella vio claro cuál debía ser
         su labor:  amortiguar las excentricidades de su sobrino a la vez
         que enseñarle a desenvolverse en sociedad. Cuando se quedaba
         encandilado observando los patrones que producía la luz de las
         velas en la mesa de cristal, ella le recriminaba con un «Jamesie,
         estás en Babia». La religión también estuvo presente en su vida
        juvenil; acudía tanto a los servicios episcopalianos como a los
         presbiterianos y su tía le apuntó a las clases de catecismo de su
         amigo Dean Ramsey, un buen hombre cuya máxima preocupación
         era que los jóvenes no acabasen en el redil de los nuevos cultos
         fundamentalistas que estaban surgiendo, como la presbiteriana
         Iglesia Libre de Escocia, una escisión de la Iglesia oficial de esta






                                                    UN MATEMÁTICO PRECOZ      27
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