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WILLIAM THOMSON, LORD KELVIN
Nacido en Belfast en 1824, con diez años
Wil liam Thomson ya era alumno en la
Universidad de Glasgow. Tenía una más
qÚe nota ble capacida d p a r a e xtrae r a pli -
caciones técnicas a la ciencia y gracias a
ella consiguió amasar una pequeña for-
tuna que, tras graduarse en la Universi-
dad de Cambridge, dilapidó durante una
breve estancia en París. Al poco tiempo
de semejante «descalabro» económico le
ofrecieron la cátedra de Filosofía Natural
en la Universidad de Glasgow. Tenía en-
tonces veintidós años y en ella se man-
tuvo hasta su fallecimiento, a pesar de
Retrato de William Thomson por Hubert
las numerosas ofertas que llegó a recibir.
von Herkomer, conservado en el Museo
Thomson dedicaba su tiempo a dos pla- de Glasgow.
centeras tareas: investigar y ganar dinero
en cantidades envidiables gracias a sus trabajos en el -en aquellos días-
novedoso campo de la telegrafía. La superioridad británica en comunicacio-
nes internacionales y telegrafía submarina se puede atribuir a los trabajos de
Thomson sobre los problemas en la transmisión de señales a largas distancias.
No contento con eso, patentó un receptor telegráfico que fue escogido, entre
otros muchos, como el receptor oficial de todas las oficinas de telégrafos del
Imperio británico. Por supuesto, esta elección le reportó pingües beneficios.
Las bases de la termodinámica
Sin embargo, hoy se le recuerda por otra hazaña, mucho más relacionada con
su materia gris. Un día escuchó en Oxford la ponencia de un joven científico
llamado James Joule en la que exponía sus recientes descubrimientos acerca
de la verdadera naturaleza del calor. Thomson no pudo quitarse estas ideas de
su cabeza y poco tiempo después publicaba el libro Sobre la teoría dinámica
del calor. En esta obra defendía que todos los procesos en los que intervenía
el calor podían explicarse si existían dos leyes fundamentales. Una la acababa
de enunciar Joule: la ley de conservación de la energía. La otra, decía, señala
una asimetría fundamental en la naturaleza: el calor fluye espontáneamente del
cuerpo caliente al frío. Estas dos leyes son las piezas claves de la termodiná-
mica. William Thomson, que fue nombrado barón de Kelvin en reconocimiento
a sus logros y presidente de la Royal Society de Londres durante cinco años,
falleció el 17 de diciembre de 1907 en Largs, Escocia. Su fortuna y sus logros en
telegrafía han sido relegados al olvido, lo que queda es su hazaña intelectual
y una losa funeraria en la abadía de Westminster.
28 UN MATEMÁTICO PRECOZ