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decimonoveno. Su posición en la clase mejoró sensiblemente al
darse cuenta de que merecía la pena aprender griego y latín. Su
conocimiento de la Biblia era tal que en su segundo año ganó el
premio que se entregaba al mejor estudiante.
Fue en el tercer año cuando James empezó a revelar todo su
potencial. Gracias a su buen rendimiento los dos años anteriores,
en octubre de 1844 fue promocionado a la clase del rector de la
academia, John Williams. Por un golpe de suerte, uno de sus com-
pañeros, Lewis Campbell, se había mudado a una casa vecina de la
de su tía Isabella. Lewis era la estrella rutilante de la clase y James
mantenía con él una amistosa rivalidad por ocupar los primeros
puestos. Tras la mudanza se convirtió en una gran amistad que
iba a perdurar toda la vida. Por fin, James había encontrado a al-
guien de su edad con quien hablar de los temas que le interesaban.
Y uno de sus temas en común era la geometría.
La amistad con Lewis puso fin a su aislamiento en la escuela
y en poco tiempo se encontró formando parte de un grupo de es-
tudi~tes de mentes inquietas entre los que se encontraba quien
también acabaría siendo un amigo para toda la vida, Peter Guthrie
Tait.
Como era habitual, las vacaciones de ese verano las pasó con
su padre en Glenlair. Allí se dedicó a montar a caballo, caminar
por los prados y colinas, tirar al arco, hacer comidas en el campo,
ayudar a su padre en los negocios de la granja y a los empleados
en la cosecha ... Lo único que nunca le gustó fue ir de caza: no la
condenaba, pero jamás participó en las cacerías; sentía un enorme
cariño por todos los animales. Y a su regreso para el nuevo curso,
con catorce años, empezó a asistir a las reuniones de la Royal
Society de Edimburgo.
ÓVALOS
El primer interés científico de James Clerk Maxwell fue matemá-
tico: desarrollar un método para dibujar óvalos usando alfileres,
hilos y un lápiz. Todos sabemos que para dibujar un círculo basta
UN MATEMÁTICO PRECOZ 23