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El movimiento browniano fue descubierto por el biólogo Ro-
         bert Brown (1773-1858)  cuando observaba con un microscopio
         el movimiento de granos de polen en un líquido.  Brown se dio
         cuenta de que estos parecían seguir una trayectoria aleatoria, sin
         que hubiese ninguna señal de qué podria estarlos impulsando. La
         figura 2 muestra el movimiento browniano de una partícula gene-
         rado por ordenador.
             Para Einstein, la explicación del fenómeno estaba clara. Si
         uno asumía que el líquido estaba compuesto de moléculas mo-
         viéndose a gran velocidad en direcciones aleatorias, parecía obvio
         que el grano de polen recibiría impactos impredecibles que lo lan-
         zarían en diferentes direcciones. El tipo de trayectoria tendria que
         depender, entonces, de la frecuencia de los impactos y de la masa
         y velocidad medias de las partículas de líquido. Las predicciones
         de Einstein fueron confirmadas en 1913 por el físico experimental
         Jean-Baptiste Perrin (1870-1942), descubrimiento por el que gana-
         ría el premio Nobel de Física en 1926.
             El desarrollo posterior de la mecánica cuántica dio la punti-
         lla a la energética y cimentó de fom1a permanente las ideas ato-
         mistas de Boltzmann. A lo largo del siglo xx se descubrió que los
         átomos no solo existían fuera de toda duda, sino que además es-
         taban compuestos de otras partículas aún más elementales. Esos
         nuevos descubrimientos contradecían el atomismo primigenio de
         Demócrito, pero no el de Boltzmann y Maxwell, científicos que se
         limitaban a afirmar que la materia estaba compuesta de átomos,
         pero no se pronunciaban sobre su indivisibilidad.
             La mecánica cuántica sirvió, además, para dar unos funda-
         mentos más sólidos a la teoría probabilística de Boltzmann. Como
         se vio en el capítulo anterior, este se avanzó a su tiempo usando la
         discretización de la energía en su cálculo del número de estados
         microscópicos posibles para un cierto estado macroscópico. Ese
         truco le sirvió para poder contar estados sin tener que lidiar con
         cantidades infinitas y,  además, para evitar la hipótesis ergódica
         según la cual una partícula tenía que pasar, al cabo de suficiente
         tiempo, por todas las energías posibles.
             La mecánica cuántica dejó claro que el truco de Boltzmann no
         era tal, sino que se trataba de una propiedad esencial de la natura-





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