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ellas destaca la entropía de Shannon, que describe el contenido de
                     información en un mensaje.





                     LA VIDA EN  GRAZ

                     De  la estancia de Boltzmann en Graz han quedado numerosas
                     anécdotas que ayudan a pintar un retrato del hombre, además
                     del científico. En 1878 nació su primer hijo, Ludwig Hugo (1878-
                     1889),  al que  le seguirían Henriette  (1880-1945),  Arthur (1881-
                     1952), Ida (1884-1910)  y,  ya nacida en Viena,  Elsa (1891-1966).
                     Boltzmann los adoraba. Cuando su hija menor le expresó el deseo
                     de comprar un mono como mascota, Henriette se opuso con ve-
                     hemencia, ya que se negaba a tener animales en casa; Boltzmann
                     decidió comprarle una camada de conejitos y los instaló en su
                     propia biblioteca.
                         A pesar de que disponía de un apartamento en la misma uni-
                     versidad con calefacción y electricidad pagadas, Boltzmann se
                     compró una graitja cerca de Oberkrosibach, en la que vivía con
                     su familia, de forma que sus hijos pudieran disfrutar del ambiente
                     rural. En la casa tenía un herbario y una colección de mariposas,
                     lo que da idea de su gran amor por la naturaleza; a menudo iba
                     con su familia de paseo y les hablaba de botánica. Tenía también
                     un perro, al que llevaba consigo cuando iba a desayunar a un esta-
                     blecimiento cercano, y una vaca, a la que paseaba por el pueblo y
                     sobre la que preguntó a sus compañeros de zoología por la mejor
                     forma de ordeñar.
                         Durante su etapa de Graz obtuvo varios honores, entre los
                     que destaca haber sido nombrado decano de la facultad.  Fue in-
                     vitado al palacio del emperador en varias ocasiones, pero no lo
                     disfrutó tanto como le hubiera gustado: Boltzmann tenía graves
                     problemas de vista, que se agudizaron con la edad, y eso hacía
                     que le costara ver lo que estaba comiendo. En las ocasiones en las
                     que visitó la corte, el emperador Francisco José apenas tocaba la
                     comida, tras lo cual retiraban los platos de todos los comensales;
                     Boltzmann, apenas había tenido ocasión de probarlos.






         94          PROBABILIDAD, DESORDEN Y ENTROPÍA
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