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momento en una serie de experimentos dirigidos por el profesor.
                    Antes de su marcha, el último experimento que desarrolló consis-
                    tía en bombardear los átomos de nitrógeno gas con partículas alfa.
                    Esta vez,  Marsden observó que  de dicho núcleo emergían unas
                    partículas que no fue capaz de identificar. En principio, creyó que
                    se trataba de un nuevo tipo de haces radiactivos que pasarían a en-
                    grosar a los ya conocidos hasta entonces: la radiación alfa, beta y
                    gamma. Sus investigaciones quedaron intem.nnpidas en este punto
                    por tener que incorporarse al frente.




                    DESGAJANDO EL  NÚCLEO

                    Rutherford, sin embargo, no había quedado satisfecho con esa hi-
                    pótesis preliminar. La interpretación de Marsden no le convencía,
                    y por esa razón le pidió permiso para proseguir él mismo con los
                    experin1entos. Tras incorporar algunas mejoras al sistema expe-
                    rimental, siguió lanzando partículas alfa al nitrógeno gaseoso y
                    pudo comprobar cómo tintinaba la pantalla detectora debido a
                    ciertas partículas no identificadas. Pero esta vez pudo compren-
                    der que no era un nuevo tipo de radiación, sino que se trataba
                    en realidad de núcleos de hidrógeno (con una carga positiva). La
                    hipótesis de Marsden era, pues, errónea, pero el hallazgo reque-
                    ría comprender el origen de dicha emanación. Todo encajó con
                    una armonía extraña, al tiempo que sencilla y maravillosa, cuando
                    constató que su origen era el propio núcleo de los átomos de ni-
                    trógeno. En el proceso, los átomos de nitrógeno se transmutaban,
                    simultáneamente, en oxígeno. Ante sus ojos tenía lugar una sin-
                    gular danza, aunque con una baja eficiencia: solo por una de cada
                    trescientas mil partículas alfa lanzadas se producía la conversión
                    de nitrógeno en oxígeno. En todo caso, se trataba de una cantidad
                    suficientemente significativa debido a la baja densidad de átomos
                    de nitrógeno, al estar en estado gaseoso.
                        Emest concluyó que las partículas alfa colisionaban y eran
                    absorbidas por los núcleos de nitrógeno. Como resultado, el nú-
                    cleo resultante era de naturaleza inestable, por lo cual una cierta






         108        HACIA  LA ESCISIÓN  DEL NÚCLEO
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